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San Rafael Entrevista Viernes, 17 de Junio de 2022

El científico orgullo sanrafaelino 

El ingeniero Aldo Boccaccini se destaca en el ámbito científico mundial. Sus publicaciones se encuentran entre las más citadas por sus pares en todo el mundo. Dialogamos con él para conocer más aún de se faceta profesional, pero también la de aquel joven que emigró de nuestra tierra detrás de sus sueños.

Viernes, 17 de Junio de 2022
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19/6/2022

El ingeniero sanrafaelino Aldo Boccaccini, se destaca en el ámbito científico mundial, es miembro de la Academia Nacional de Ciencias e Ingeniería de Alemania, profesor y director del Instituto de Biomateriales en la Universidad de Erlangen-Nuremberg, Alemania, y profesor Visitante en el Imperial College de Londres, y por sus publicaciones ha sido incluido en la lista de científicos más citados en el mundo.

Desde muy chico, cuenta, que siempre se vio atraído por el comportamiento que tenían diferentes tipos de materiales cuando eran sometidos a diferentes condiciones como la temperatura, la presión, pero que además disfrutaba de jugar al fútbol con sus amigos.

Ya de adolescentes sus primeros pasos en la ciencia fueron en la escuela Enet N° 1, donde comenzó a experimentar y comprender algunos de esos procesos físicos y químicos que tanto le llamaban la atención de niño. Luego vino la universidad, en principio la UTN San Rafael, luego el Instituto Balseiro de Barriloche y después el mundo, recorriendo las mejores universidades en países como Alemania, Inglaterra y hoy ya como docente.

Bocaccini es verdaderamente un orgullo para el San Rafael que lo vio nacer y crecer, y si bien lleva más años se su vida en el exterior (casi cuatro décadas) asegura que no se olvida de sus raíces y trabaja continuamente con colegas argentinos para aportar al desarrollo científico de nuestro país.

Dialogamos con él para conocer un poco más no sólo de su perfil profesional, si no de aquel joven que emigró de nuestra tierra detrás de sus sueños y sus ansias por investigar.

Contame de vos, de tu infancia ¿Qué te gustaba hacer de niño?

Tuve una infancia muy tranquila, muy linda, en San Rafael, con mis padres, mis hermanos, mis abuelos. Jugaba al futbol en el barrio, hacíamos también carreras con autos de juguete y lo que me acuerdo en el inicio de un interés más allá de lo que aprendía en la escuela era ir al taller metalúrgico de mi abuelo y mi padre. Yo veía como las máquinas que tenían ellos trabajaban distintos materiales de distinta manera, como los metales, la madera, y al estar ya en la primaria y después en la secundaria empecé a preguntarme, como puede ser que distintos materiales tengan distintas composiciones y distintas propiedades que los hacen mejores o peores para cada aplicación.

Materiales duros, materiales blandos, que se calientan, que se queman, un poco eso fue a lo mejor el antecedente de que después decidiera dedicarme a la ciencia de los materiales cuando terminé la ingeniería nuclear, es decir estudiar porqué los materiales se comportan de manera distinta cuando son usados en distintas aplicaciones. Eso siempre lo observaba en el taller y le preguntaba a mi papá porqué este material es más resistente que el otro, o porqué por ejemplo el vidrio es transparente, etcétera, etcétera.

¿Imaginabas de pequeño que de grande sería quien sos hoy?

A mí siempre me gustaron las películas de ciencia ficción por lo general en esas películas hay un científico un poco loco con guardapolvo blanco, que inventa algo que a veces sale mal o a veces sale bien, es decir hay un científico que fabrica una máquina o un monstruo o algo completamente nuevo y eso me llamaba la atención, el saber cómo llegó ahí, cuáles son los pasos que debió dar para llegar a ser científico, de algún modo me identificaba con esos personajes.

Obviamente me gustaba mucho la matemática, la física, la química de modo que cuando terminé la primaria elegí la escuela industrial (ENET N° 1) para continuar el secundario, yo anticipaba que la ENET me brindaría la formación que más se adaptaría a mis intereses o a lo que me gustaba en ese momento, como digo en relación con la ciencia, tecnologías. Además mi padre era profesor allí de taller y sin dudas haber hecho el secundario en la ENET me orientó definitivamente hacia la parte de las ciencias duras, la técnica y la tecnología.

La ENET brinda en realidad una formación muy completa, teníamos excelentes profesores y un régimen de doble turno, con clases en las aulas y en el taller, que exige una buena organización de los tiempos, si además se realizan otras actividades, por ejemplo yo iba a un instituto a aprender inglés. Tengo los mejores recuerdos del secundario en la ENET.

¿Cuáles fueron tus primeros pasos en la ciencia?

Cuando estaba en el secundario ya había decidido que estudiaría ingeniería, en ese momento no sabía todavía en qué área y no avizoraba hacer un doctorado, pero si sabía que iba a estudiar algo relacionado con la tecnología y la ingeniería, y con una salida científica, es decir más allá de lo que sería una ingeniería para trabajar en una industria o empresa, me interesaba algo más fundamental o básico, es decir hacer investigación. Como digo, estar en la ENET me abrió de algún modo el camino ya que me daba la posibilidad de explorar nuevos temas, con trabajos prácticos, en ferias de ciencias, etc.

Después vino tu formación académica, ¿habrás pasado por varias instituciones?

Efectivamente, he pasado por muchas instituciones (universidades), lo que es común en una carrera científica. Empecé en la UTN en San Rafael. A principios de los años 80 no se terminaban las carreras en San Rafael. Se podía estudiar hasta tercer año y después la mayoría se iba a Mendoza o a otras provincias y para mí lo más conveniente fue empezar en San Rafael y durante esos primeros años en la UTN decidí ir a estudiar al Instituto Balseiro de Bariloche, un Instituto que ya tenía en ese momento mucho prestigio por la excelencia en la formación en física y en ingeniería nuclear con énfasis en la investigación. Me decidí por ingeniería nuclear, la energía nuclear era ya considerada una alternativa y yo anticipaba que esa carrera abriría muchas posibilidades más allá de la energía nuclear, es decir desarrollar otras opciones para utilizar los átomos. Debo decir que para estudiar en el Balseiro es necesario pasar un examen de ingreso bastante exigente, al que se presentan estudiantes de todo el país, ya que se estudia allí con una beca, y mi preparación para ese examen, en las áreas de física, química, análisis matemático, etc., fue basada en esos 3 años de ingeniería en la UTN de San Rafael, donde tuve excelentes profesores.

El Balseiro te acerca mucho a la investigación, estás en un ambiente donde los profesores son investigadores científicos en el Centro Atómico Bariloche, y al existir mucho contacto con los profesores (muchos estudiantes vivimos por un tiempo en el mismo campus del Instituto Balseiro), ves de cerca lo que es hacer investigación o como se trabaja en un laboratorio científico. Uno está de alguna manera insertado en un ambiente científico. Allí definitivamente supe que me quería dedicar a la investigación.

El próximo paso fue decidir hacer el doctorado, para alguien que quiere hacer investigación es un paso obvio que hay que hacer antes de tener un cargo de responsabilidad en el sistema científico.

En el doctorado uno demuestra que puede trabajar más o menos independientemente en un dado tema científico. Ese doctorado decidí hacerlo en el exterior, tenía un profesor alemán en el Balseiro y ese profesor me motivó en los temas que él daba, fue de algún modo mi mentor, allí me decidí también a girar a la ciencia de materiales ya que me seguía atrayendo la relación entre la estructura atómica o cristalina de un material y sus propiedades. Cuando estaba terminando la carrera de ingeniería nuclear le pregunté si él podría admitirme como estudiante de doctorado en su grupo de investigación en Alemania y me dio el OK, pero me dijo que yo tenía que conseguir una beca para hacer el doctorado. Apliqué al Servicio Alemán de Intercambio Académico, que otorga becas de doctorado, conseguí la beca y al año siguiente (era 1988) ya me fui hacer el doctorado a la Universidad RWTH de Aachen, Alemania.

Hacer un doctorado es digamos el principio de toda carrera científica porque uno genera conocimiento (nuevos resultados) cuando desarrolla su tesis, los resultados se publican en revistas científicas, y además discutís tu trabajo con otros investigadores en conferencias o congresos científicos. Es decir, uno se va perfilando en la comunidad científica como un experto en el tema en el que desarrolló su trabajo de doctorado.

Después del doctorado, para seguir en la carrera científica, viene lo que llamamos post-doctorados. En mi caso, decidí hacerlo en Inglaterra, en la Universidad de Birmingham, que tiene un departamento muy fuerte en el área de la ciencia de materiales. Después de ese primer post-doctorado hice un segundo post-doc en la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos.

Por varias razones me interesaba regresar a Europa, de modo que después del paso por Estados Unidos regresé a Alemania, donde hice lo que se llama “Habilitación” en la Universidad Tecnológica de Ilmenau. Al finalizar, obtuve una posición de “lecturer”, podríamos decir profesor asistente, en el Imperial College de Londres, una de las mejores universidades del mundo. Estuve 10 años en Londres, llegué al cargo de profesor titular en 2008 y hasta hoy sigo asociado como profesor visitante. En 2009 surgió la posibilidad, muy atractiva, de venir a Alemania como profesor y director del Instituto de Biomateriales de la Universidad de Erlangen-Nuremberg, donde estoy ahora. Como ves, efectivamente, pasé por muchas instituciones o universidades. En cada caso fue un paso adelante en la carrera ya que uno queda por supuesto en contacto con los colegas y se generan networks muy importantes para el progreso científico. En realidad tengo contacto y colaboraciones con todas las universidades en las que estuve, incluida la UTN de San Rafael.

¿Cuál fue el primer proyecto en el que trabajaste ya como profesional? ¿Cómo fue esa experiencia?

El doctorado es un proyecto individual, ese fue mi primer proyecto en donde el profesor o director de tesis me designó un tema y empecé a trabajar en ello en forma bastante independiente, se trataba de las propiedades mecánicas de materiales porosos, es decir materiales que tienen agujeritos de distintas dimensiones, formas, orientación, etc., y se trataba de encontrar la correlación entre la estructura de los poros y las propiedades del material teniendo en cuenta posibles aplicaciones en medicina, materiales estructurales o para elementos de máquinas, membranas de separación, entre otros. La experiencia durante mi doctorado fue muy buena, tuvo mucho que ver también la actitud de mi director de tesis, el profesor que había conocido en el Balseiro, él nos daba mucha libertad para explorar distintas opciones, o métodos, materiales, y la posibilidad de avanzar con nuestras propias ideas. Como digo, en el doctorado estás por primera vez investigando en forma más o menos independiente y sos el responsable de tu proyecto.

Lo más importante para un investigador joven es en algún momento independizarse de sus supervisores y eso ocurre cuando uno pasa a obtener una posición de carácter permanente (por lo general se empieza como profesor asistente o investigador independiente) y es responsable de su propio grupo de investigación, es decir tiene sus propios estudiantes de Master o de doctorado. Esto ocurre en distintos estadios de la carrera, dependiendo del grupo de investigación, universidad en incluso del sistema científico en el país en el que uno se encuentra.

En mi caso, como decía anteriormente, después del doctorado en Alemania, estuve en Inglaterra, en California, después volví a Alemania a hacer la Habilitación, que es otro grado académico que te permite aplicar a una posición de profesor, y después obtuve mi primera posición independiente como profesor asistente en el Imperial College en Londres.

¿Cuáles han sido tus proyectos más destacados?

Un tema que genera mucha discusión en el ámbito científico es relacionado con la medición de la relevancia o impacto de los resultados de un proyecto. Un proyecto es importante o destacado como preguntas, de acuerdo al impacto que ha tenido ya sea en la comunidad científica o por supuesto en la sociedad en general. Por ejemplo, si uno publica un trabajo en una revista científica y ese trabajo es citado en otras publicaciones por otros colegas quiere decir que otros científicos están usando esos resultados en sus propias investigaciones y esto es como yo mediría los mejores proyectos que hemos hecho. Otra medición del impacto sería si un determinado proyecto generó alguna patente y esa patente derivó en algún producto de relevancia comercial.

En el caso de mi grupo de investigación, ya refiriéndome a nuestros trabajos en el campo de la ingeniería de tejidos y los biomateriales, considero que el proyecto más interesante ha sido la comprobación de que algunos materiales inorgánicos, como biovidrios, a los que llamamos materiales bioactivos, pueden generar una interacción específica con células humanas y determinan de alguna manera el comportamiento de las células, por ejemplo la diferenciación de células madre. Es decir, la evolución de las células queda determinada por el efecto que estos materiales activos promueven, por ejemplo liberando en forma controlada iones biológicamente activos.

En un paper publicado en el 2004 demostramos en colaboración con otros colegas que pequeños capilares sanguíneos se pueden crear cuando las células están expuestas a los productos de disolución de los biovidrios (o vidrios bioactivos) que estábamos investigando. Este proceso, la angiogénesis, resulta del efecto que producen los productos de disolución del material sobre células endoteliales entre otras. Ese trabajo y otros que vinieron después contribuyeron a expandir el campo de los biomateriales para ingeniería de tejidos, o medicina regenerativa, donde siempre es necesario inducir angiogénesis para que se formen nuevos tejidos u órganos sobre la base del biomaterial.

¿En qué estás trabajando en la actualidad?

Desde que regresé a Alemania en el 2009, estoy como jefe del instituto de Biomateriales en la Universidad de Erlangen-Nuremberg. En este instituto trabajamos en la interface entre medicina e ingeniería e investigamos una gran variedad de biomateriales para aplicaciones biomédicas, incluyendo materiales bioactivos, recubrimientos para implantes, o nanoparticulas para la liberación controlada de drogas o fármacos, que permiten introducir las drogas en el cuerpo humano en forma controlada y localizada para atacar solo a las células afectadas, por ejemplo células cancerígenas, o bien antibióticos para detener infecciones, etc. Estas investigaciones se desarrollan en un ambiente interdisciplinario, con investigadores provenientes de muchos países del mundo y en contacto estrecho con nuestros colegas en la Facultad de Medicina.

¿Volverías a tu tierra natal San Rafael?

Vivo en el exterior desde 1988, y no tengo previsto volver, es decir no es una opción hoy dada las circunstancias profesionales y familiares. Pero por supuesto que el contacto con San Rafael está siempre, no sólo con la parte de la familia que está en San Rafael, sino también con amigos, ex-compañeros, tanto de la primaria, la secundaria y la facultad, y también mantengo buenos contactos con el mundo universitario de San Rafael, la UTN y la FCAI. 

El mundo de hoy con internet, WhatsApp, etcétera, es muy distinto al de 1988 cuando la comunicación era mayoritariamente por cartas que tardaban días y días en llegar, y por teléfono, que era bastante caro en aquel tiempo para llamadas internacionales.

Eso por supuesto cambió y las comunicaciones actuales permiten una interacción directa y simple, también en el contexto de la cooperación internacional en ciencia y tecnología. Digamos que el mundo se achicó. Por lo tanto desde el exterior uno puede estar en contacto fluido con colegas en Argentina y en realidad contribuir a la ciencia y la técnica e la Argentina.

Los investigadores argentinos que estamos en el exterior cumplimos un rol importante en interaccionar y vincular a la ciencia y la tecnología de los países en los que estamos trabajando, y muchos desde posiciones importantes, con nuestros colegas en Argentina, de alguna manera somos embajadores científicos de Argentina en los países en los que estamos.

Esos contactos se pueden explotar en beneficio de la cooperación internacional con Argentina. Un argentino que salió del país no es un argentino que el país perdió sino un argentino que el país sigue teniendo en el exterior y que puede contribuir al país desde el exterior, esto es muy claro en el área de la cooperación científica internacional, por ejemplo en el marco de las Redes de Científicos Argentinos en el Exterior.

¿Qué extrañás de aquí, además de la familia?

El asado de los domingos se extrañó, se extraña y se extrañará por siempre.

Además por supuesto la ciudad de San Rafael, los paisajes de la región, las salidas al Valle Grande, a El Nihuil. Son los lugares de mi infancia y digamos mi primera juventud, que no se olvidan y tienen una conexión especial, a pesar de los años transcurridos y los lugares lindos que uno conoció en el exterior también.

¿Qué le dirías a los jóvenes que siguen tus pasos con pasión y sacrificio y muchas veces no se los reconoce en nuestro país?

Que no bajen los brazos nunca, los sueños son para cumplirlos y hacerlos realidad y eso significa trabajar bastante para poder alcanzar las metas que uno se propone. Sobre todo a los chicos y chicas que están en la Universidad les diría que consideren la posición privilegiada en la que están y que utilicen el tiempo de la mejor manera para prepararse para los desafíos futuros. Por ejemplo, uno no consigue una beca para ir a estudiar la carrera que ha elegido, tal vez en otra provincia o en otro país, o para hacer un Master o un Doctorado, sin haber tenido buenas notas. Una buena preparación universitaria permite competir por mejores posiciones en el futuro. Siempre hay un esfuerzo que hay que hacer y dar todo para cumplir los objetivos. Pero también les diría que disfruten mucho los años en la universidad, uno después siempre los recuerda con nostalgia.